domingo, 13 de septiembre de 2020

Federico Kleger


 

El lanzamiento del martillo es una de las especialidades que ha distinguido al atletismo argentino a lo largo de su historial, principalmente en el escenario sudamericano. Entre los múltiples títulos y récords en las competiciones internacionales, hay que destacar que nuestros atletas ganaron 29 de las 52 ediciones de martillo en los Campeonatos Sudamericanos y establecieron, desde 1985, una hegemonía que recién pudo quebrar el brasileño Wagner Carvalho Domingos, luego finalista olímpico. Nombres como los del tucumano José Vallejo, Carlos Marzo y su hijo Adrián, Andrés Charadía, Juan Ignacio Cerra (el máximo campeón del historial sudamericano), Daniel Gómez y su hijo Joaquín (actual líder en nuestro país) llevaron al atletismo argentino a los primeros planos, con sus avances técnicos, su pasión por el deporte y –fundamentalmente- por su fibra de competidores.
Pero aquella tradición se remonta a los primeros tiempos del atletismo sudamericano como una organización federada y competitiva. Y allí podemos ubicar al nombre de quien sería un verdadero precursor: Federico Esteban Kleger. Se ubicó dos veces en el top 8 de los Juegos Olímpicos, fue el primer atleta de nuestra región en atravesar los 50 metros y, pese a las escasas oportunidades que tenía de roce competitivo dada la época, igual quedó en varias temporadas entre los mejores especialistas del mundo.
Kleger nació el 9 de enero de 1903 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en una familia de origen bóer y llegó con cuatro años a la Argentina. La ficha en las redes nos cuenta: “En 1907 el matrimonio de Antonio Kleger y María Zloisaite decide emigrar junto con sus hijos pequeños a Argentina. Antonio Kleger fue contratado por la empresa británica The Buenos Aires Western Railway Limited como tornero y matricero. La familia Kleger se instala primero en el barrio de Liniers y en 1915 se afinca definitivamente en el pueblo de Merlo.Los chicos Kleger se crían en el pueblo de Merlo y Federico se interesa por los deportes y comienza a competir en atletismo representando al Club Ferro Carril Oeste.Federico Kleger forma matrimonio con su vecina de pueblo Margarita Boggeto.”
Después de que un legendario lanzador como Jorge Llobet-Cullen (también destacado en bala y disco) dominara la prueba en los tiempos iniciales, los argentinos más relevantes hasta la aparición de Kleger fueron Alfredo Wismer y Luis Romana.
 Kleger apareció con todo en el Campeonato Sudamericano de 1926, realizado en el Campo de los Aliados, en Montevideo. El tope sudamericano –que tenía Romana desde el año anterior- era 43.35, pero en esa competición lo superó a 44.84… le alcanzó para la medalla de plata, ya que Kleger lo superó en el último tiro con 46.46. Un mes después, el chileno Ricardo Yayer consiguió 46.995 en su país. Pero en los Campeonatos Nacionales argentinos, reapareció Wismer para recuperar título y récord (48.08), delante de Kleger (47.97) y Romana. No terminaría allí la la temporada. El 19 de diciembre en el campo del Club Atlético San Isidro, Kleger se convirtió en el primer atleta de la región en atravesar la barrera de los 50 metros: 50.105, un registro que lo ubicó, además, como el quinto mejor especialista mundial de la temporada, en una clasificación que encabezaba el sueco Ossian Skiöld con 52.15.
Al año siguiente, Kleger retuvo su corona sudamericano en Ñuñoa (Santiago, Chile) con 46.69, delante de los locales Goic y Bayer.
Los Campeonatos Nacionales del 27 se disputaron a principios del año siguiente y le depararon a Kleger el primero de sus ocho títulos y una marca de 47.51 que le abrió camino a los Juegos Olímpicos de Amsterdam.
Allí participaron 16 atletas, el 30 de julio de 1928. Los seis primeros de la clasificación avanzaban a la prueba decisiva y Kleger estuvo muy cerca: con sus 46.61 metros quedó 7°, y ese fue su puesto final, mientras se consagraba a uno de los grandes “martilleros” de todos los tiempos, el irlandés Pat O’Callaghan con 51.39 m, superando por diez centímetros al sueco Skiöld. La medalla de bronce fue para el estadounidense Edmund Black (49.03). Con lo justo (46.75m, 14 centímetros por delante de Kleger) había accedido a la final el otro estadounidense, Frank O’Connor, quien ostentaba la mejor marca mundial de la temporada (52.32).
El título de O’Callaghan fue el primero obtenido por Irlanda como nación independiente en el historial atlético de los Juegos Olímpicos. Aunque hay que considerar que –desde que estaba prueba fue incluida en el programa, en 1900- casi todos los triunfos fueron obtenidos por atletas oriundos de Irlanda… pero inmigrantes en Estados Unidos. Uno de ellos era otra leyenda llamada John Flanagan, campeón en 1900, 1904 y 1908, y que luego retornó a su país, convertido en entrenador: su primer gran discípulo fue nada menos que O’Callaghan, quien apenas llevaba trece meses como atleta cuando triunfó en Amsterdam. Flanagan tuvo como herederos del oro olímpico a Matt McGrath (1912) y Pat Ryan (1920), también nacidos en Irlanda y representantes USA, mientras que en los Juegos de París, en 1928, se impuso el primero de los nacidos en Estados Unidos, Fred Totter.
Por otra parte, las crónicas de su época nos refieren a Kleger como un hombre de gran fortaleza, pero que recién comenzaba a incursionar en la técnica de su prueba. Por ejemplo, en la revista “Match” (Chile) comentaban así, a principios de 1929.
“Federico Kleger es un atleta que ha representado ventajosamente a su patria en todos los campeonatos que ha concurrido. Este hombre constituye en la cancha una silueta original. Sus músculos, fuertes como el pescuezo de un toro, sobresalen majestuosamente. Kleger es rudimentario: habla poco, es terco. Pero afortunadamente hace mucho: dispara el martillo hasta los 50 metros. ‘Carece por completo de una técnica aceptable. Lanza el martillo hacia adelante, pudiera decirse que ‘el aparato le arrastra a él, lo cual constituye una grave falta, ya que el estilo moderno consiste en arrastrar el objeto, llevándolo al costado derecho. Es un hombre nervioso, se pone de malhumor, habla a media voz y se rasca la cabeza. En tal estado, sus tiros salen de manera defectuosa y el martillo se topa contra el césped. Cabe preguntarse: ¿Qué sería de Kleger si supiera lanzar?. La respuesta resulta unánime: sería invencible en el mundo entero. Y es que, efectivamente, con un estilo al menos regular asociado a la fuerza magistral de sus músculos, daría como resultado lógico un metraje sensacional a sus lanzamientos. Lo cierto es que está considerado –y seguirá siéndolo- uno de los mejores especialistas del mundo, honor que se le adjudicó luego del 7° lugar en Amsterdam. Como detalle ilustrativo: el vencedor de los Juegos Olímpicos, O’Callaghan, hizo en aquella oportunidad 51,39 metros, marca que el campeón argentino ha superado no pocas veces en su patria”.
El 19 de abril de 1929, el chileno Ricardo Bayer, quien había terminado un puesto por detrás de Kleger en los Juegos, se apoderó de la marca sudamericana con 51,69 metros. Pero tres semanas más tarde se encontraron para el Campeonato Sudamericano, en el Estadio Nacional de Lima, y allí Kleger conquistó su tercera corona consecutiva con 49,565 m, escoltado por Wismer (46.55), mientras Bayer se llevaba la medalla de bronce. Kleger terminó nuevamente en esa temporada entre los diez primeros del mundo, con un registro de 50.06 m en su campaña local.
La misión del cuarto título seguido llegó sorpresivamente al final cuando Kleger era local, en 1931 en Gimnasia y Esgrima: allí fue superado por el chileno Pedro Goic (46.50 a 45.57), pero pocos días después el argentino se recuperó con un título en el Sudamericano Extra de Montevideo, donde marcó 47.255 m. Terminó esa temporada con 50.62 y como el noveno mejor del ránking mundial, con la perspectiva de otra cita olímpica.
Aquellos Juegos de Los Angeles resultaron inolvidables para el reducido contingente argentino por la victoria de Juan Carlos Zabala en el maratón y el acceso a las finales de Carlos Bianchi Luti en los 200 metros y Héctor Berra en salto en largo. Y también por Kleger, quien consiguió el sexto puesto en martillo con 48,33 metros, una prueba disputada el 1° de agosto en el Memorial Coliseum y donde el irlandés O’Callaghan retuvo su corona, al aventajar con el último disparo al finés Ville Pörhöla: 53.92 a 52.27. El bronce correspondió al estadounidense Pete Zaremba con 50.33, mientras que el conocido Skiöld esta vez terminó cuarto. Fue un día de gloria para el atletismo de Irlanda ya que, simultáneamente al triunfo de O’Callaghan, su compatriota Bob Tisdall lograba los 400 metros con vallas.
Kleger había comenzado con 42.57 y 45.77, consiguiendo los 48.33 en su tercer lanzamiento. Siguieron dos nulos y cerró con 47.79.
O’Callaghan, oriundo de Derygallon, Cork (1905-1991), ya no tendría otra oportunidad olímpica porque, por un conflicto federativo, Irlanda no asistió a los Juegos de Berlin en 1936. Pero fueron suficientes aquellos dos triunfos para convertirlo en uno de los mejores lanzadores de la historia. Y de hecho, la investigación de los estadísticos Matthews-Hymans-Hedman (2015) lo ubica en el 4° lugar, sólo precedido por los ex soviéticos Yuriy Sediy y Sergey Litvinov, y el ya mencionado Flanagan. Médico egresado del Royal College de Surgeon cuando apenas tenía veinte años, O’Callaghan también alcanzó a mejorar el récord mundial que permanecía intocable desde 1913 (57.77 por Pat Ryan). Fue el 22 de agosto de 1937 en Fermoy, cuando el bicampeón olímpico logró una marca de 59.56 metros. La revisión del implemento reveló que pesaba 170 gramos más que lo reglamentario. Pero en esa época, la Federación atlética irlandesa ni siquiera estaba afiliada a la IAAF y no envió los documentos para la homologación…
Kleger alcanzó el mejor registro de su vida al recuperar la corona sudamericana: fue el 8 de abril de 1933 en Montevideo con 53,51 metros. Este registro lo elevó al tercer sitio del ránking mundial de esa temporada, encabezado por O’Callaghan con 56.94 y el finés Gustaf Koutonen con 53.55. Y se mantuvo como récord nacional por casi tres décadas, hasta que Carlos Marzo consiguió 54.08 en Santa Fe, en 1962. A nivel sudamericano, la marca de Kleger permaneció imbatible también por largo tiempo y recién en 1956 el chileno Alejandro Díaz consiguió superarla con 53.77.
Kleger acumuló en su campaña ocho títulos nacionales, el último de ellos en 1944, además de dos subcampeonatos y dos terceros puestos. Y siguió activo en estas competencias a lo largo de toda esa década su última participación fue en 1950 con un quinto puesto. También constituyó un baluarte de los equipos nacionales en distintas competencias como en el match con Uruguay (Juegos Rioplatenses), donde venció en cinco oportunidades: 1928 (40.76), 1932 (49.00), 1934 (46.285), 1936 (49.815) y 1938 (48.34). A sus cuatro títulos en los Campeonatos Sudamericanos le unió dos medallas de plata (1931 y 1937) y el bronce en su última participación (1941 en Buenos Aires).
Federico Kleger, este notable atleta argentino, murió el 5 de enero de 1952.

SUS MEJORES MARCAS ANUALES

fuente: Richard Hymans/ATFS

1926 50.10

1927 46.69

1928 47.51

1929 50.06

1930 48.48

1931 50.62

1932 49.23

1933 53.51

1934 49.28

1935 51.81

1937 52.80

1938 50.64

SUS TITULOS NACIONALES

1927 47.51

1929 50.06

1931 49.06

1932 44.93

1934 47.29

1935 51.10

1938 47.32

1944 44.63

CAMPEONATOS SUDAMERICANOS

1926 Montevideo campeón 46.46

1927 Santiago campeón 46.69

1929 Lima campeón 49.565

1931 Buenos Aires subcampeón 45.57

1933 Montevideo campeón 53.51

1937 Sao Paulo subcampeón 48.85

1941 Buenos Aires 3° 49.60

JUEGOS OLIMPICOS

Amsterdam 1928: 7° 46.61

Los Angeles 1932 6° 48.33

CADA / Figuras en el recuerdo / Por LUIS VINKER

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